viernes, 5 de diciembre de 2008

VI

Estos días las calles de mi ciudad parecen espejos de piedra.

Mi peque y yo no nos atrevemos a darnos la mano por si se nos congelan en un abrazo de cinco dedos.

Estos días se me hacen cortos y oscuros, fríos y lluviosos, agotadores.

Aún por encima tengo algunos desarreglos hormonales que no me ayudan nada, todo lo contrario, y voy caminando con mis piernotas de un lado para otro con la sensación de que estoy cansada al primer paso... desesperante, os lo digo de verdad.

Menos mal que tengo a mi peque, que cuando hace frío me da calor, cuando me entristezco me da un abrazo, cuando me pongo melosa me da un beso y si estoy insoportable me da comprensión. Pero que conste en acta que es recíproco... jajaja

Tengo ganas de primavera... y ni siquiera se puede decir que hayamos terminado el otoño.

Mas las hojas ya han caído, los árboles ya están desnudos en su delgadez ocre y mi nariz está roja y húmeda como la de un san bernardo.



No hay comentarios: